lunes, 28 de enero de 2013

Valentín Baeza: Dureza bajo aros, sensibilidad fuera


Ya sabéis lo que nos gusta sacar aquí a jugadores vinculados con Galicia. Hoy le toca el turno a Valentín Baeza, un pívot pontevedrés pequeño (2,00) y fuerte que no se movió en toda su carrera profesional de aquellas tierras. Su poso en ACB fueron tres años en el OAR Ferrol y uno en el Breogán, donde también estuvo en LEB. Pero su trayectoria es un compendio de equipos de la zona: en la antigua Primera B había pasado por Celta de Vigo y Obradoiro y posteriormente, en EBA, jugaría en su Pontevedra natal. La sorpresa que me he llevado al contactar con él es que también tiene sangre extremeña: su madre es de Albalá (antes "Albalá del Caudillo", por cierto), un pequeño pueblo en la zona este de la provincia de Cáceres.

Mi 'medio paisano' totaliza 90 partidos en ACB con 2,5 puntos y 2 rebotes de media en 11 minutos, clásico relevo de gente como Anicet Lavodrama. Quizás las lesiones no le dejaron desarrollar más su juego y llegó a pasarse alguna temporada completamente en blanco. "No me resulta fácil ponerme a recordar sobre aquella bonita etapa de mi vida que, sin haber llegado a ser un jugador importante, me dio mucho a nivel personal de formación y amistades", cuenta en un precioso mensaje que me ha enviado.

Card de la temporada 94-95.
"Con el paso del tiempo, las secuelas de mis lesiones... todo aquello ha quedado en un recuerdo con el que todavía sueño por las noches. Me veo jugando en una pista de basket, a veces con mis compañeros de antaño, a veces con mis hijas, e incluso realizo impresionantes mates, pero ha quedado en eso, un sueño", añade. Esto coincide con que su hija pequeña, de diez años, ha empezado a jugar, "Vuelvo a ilusionarme, la llevo al pabellón a entrenar y me siento en la grada a verla y sobre todo a escuchar el sonido de los botes del balón y el eco en el pabellón, me relaja y hace sentir bien. En fin, un nostálgico".


La niña se llama Nerea. Tiene otra de 15 años, Miriam. "Gracias a Dios todos estamos bien, aunque en lo laboral las cosas no van como quisiera. Estudié mientras jugaba la carrera de empresariales. Dejé de jugar cuando tenía 29-30 años porque las lesiones que tuve de rodilla y espalda hicieron que ir a entrenar cada día se convirtiera en un suplicio físico. Bien es cierto que es a esa edad cuando realmente (o por lo menos así a mí me ocurrió) empiezas a disfrutar del basket, a valorar aspectos del juego a los que cuando eres joven, por esto del egoísmo individual estadístico, bla, bla, bla, no le das la importancia que realmente tienen, tratas de hacérselo ver y saber a los jóvenes compañeros que están empezando y prefieres darles un buen pase o hacerles un buen bloqueo para que ellos cojan confianza, entren en juego y se beneficie el equipo", escribe.
Imagen actual, bromeando.

Tras el basket empezó a trabajar de contable en una empresa del ramo de la construcción que quebró en el 2009 cuando estalló la crisis. "Desde entonces voy dando tumbos. Invertí en un negocio de hostelería donde dejé mis ahorros y finalmente tuve que traspasar a principios del 2012. Sin un trabajo decente, algo de aquí, algo de allá, tratando de sobrevivir con ayuda un poco de todos y mucho de nadie. Ahora llevo un nuevo proyecto que espero y deseo ser capaz de sacar adelante en el 2013", remarca.

Espero que tengas mucha suerte, Valentín. Es uno de los contactos que he tenido estos meses que más me ha impactado.

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