miércoles, 26 de septiembre de 2012

Danya Abrams: Guerrero en la pista... y por su niña

Encarando la canasta con el Cáceres en un partido contra el Unicaja. (Foto: Enrique Ache)
La mayoría conoceréis a Danya Abrams. Es un jugador más o menos reciente que jugó siete temporadas ininterrumpidas en la ACB, desde 1998 al 2005, en cinco equipos diferentes (Girona, Cáceres, Caja San Fernando, Unicaja y Granada). También se asomó a la LEB en el que fue su último equipo profesional, el Inca, en el 2008. En casi todos los sitios lo hizo bien o muy bien: en la máxima categoría totalizó 230 partidos con 15,6 puntos y 6,2 rebotes. Tenía un físico llamativo: más bien gordete y bajo (2,01) para jugar de '4', pero mucha inteligencia, rapidez de mente y un letal tiro de 4-5 metros. Era además muy competitivo. Un luchador.

¿Un luchador, he dicho? Toda su capacidad de lucha la está poniendo a prueba con su hija Tatyana. A los 13 años, lleva desde septiembre del 2008 con enormes problemas de salud que tienen a la familia un día sí y otro también en el hospital infantil, sacando fuerzas de donde muchas veces no las hay.

Tatyana.

Tatyana Abrams sufre leucemia mielógena aguda, un raro tipo de cáncer de la sangre y de la médula. En todo este tiempo ha recibido quimioterapia, radioterapia, un trasplante de médula y otro de pulmón. Y la lucha sigue ahí, con sus padres, Danya y Deanna, y sus hermanos, Danya Jr. y Christian, volcados en la pelea contra la enfermedad.

“Es la cosa más dura que he tenido que afrontar en mi vida", dice Danya en una entrevista en el Boston Globe de hace un par de años. "Cuando me enteré, me hundí. Nada te prepara para esto".

En 2008, Tatyana estuvo ocho meses en el hospital recibiendo quimioterapia. La esperanza volvió a casa de los Abrams en mayo del 2009 cuando ya no se le detectaron más células cancerígenas en su cuerpo. Sin embargo, en diciembre de ese mismo año todo volvió a cambiar. "Fue entonces cuando nos dijeron que había habido una recaída. El cáncer había vuelto", cuenta Abrams, que había considerado incluso volver al baloncesto aquel verano de tranquilidad. Todavía tenía 35 años y podía arañar algún contrato que le ayudase a afrontar los gastos médicos.

Luchando por la posición con Oberto. En Unicaja ganó una Korac y fue subcampeón liguero.
Esa posibilidad la descartó inmediatamente. Tenía que estar al lado de su hija, nuevamente enferma, a la que ya no le valía la 'quimio', sino esperar un donante de médula, conseguido después de una desesperada búsqueda de alguien compatible. Después llegó el de pulmón. Una pesadilla de dolor que no termina.

En esa misma entrevista, Abrams recuerda su paso por Europa y el hecho de no haber conseguido nunca un hueco en la NBA. “Me hubiese encantado, pero no hubiese cambiado nada de mi carrera", afirma. Tras salir del periplo universitario en el Boston College, fue descartado por los Spurs en beneficio de Malik Rose.

Entrevistándole en la Plaza Mayor de Cáceres ante la mirada de su mujer.
Tengo un recuerdo muy bueno de una tarde que estuve entrevistándole tranquilamente en una terraza. No he podido evitar poner la foto, una de las pocas que tengo con jugadores. Era el año 99 y acababa de empezar escandalosamente la liga con el Cáceres haciéndole un roto al Real Madrid. Supo integrarse bien allá donde estuvo. Ahora, aparte de estar muy pendiente de Tatyana, es entrenador ayudante del equipo masculino de basket en el Wentworth Institute of Tecnology. Desde aquí le mandamos toda la fuerza posible, como imagino que haréis todos los que alguna vez disfrutasteis con su juego. Su twitter es @dabrams24

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